miércoles, 29 de octubre de 2014

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Los días son a veces tan tristes que sencillamente no merecen la pena. No merece la pena correr, ni esperar, ni vigilar. Días tan tristes que no merece ni un esfuerzo, ni el más mínimo movimiento. Los días así hay que dejarlos correr, como los trenes nocturnos.

- Ray Loriga -

lunes, 16 de diciembre de 2013

En alguna parte.

-“Te amo” - dijo el principito…
-“Yo también te quiero” - dijo la rosa.
-“No es lo mismo” - respondió él…
"Querer es tomar posesión de algo, de alguien. Es buscar en los demás eso que llena las expectativas personales de afecto, de compañía…Querer es hacer nuestro lo que no nos pertenece, es adueñarnos o desear algo para completarnos, porque en algún punto nos reconocemos carentes.
Querer es esperar, es apegarse a las cosas y a las personas desde nuestras necesidades. Entonces, cuando no tenemos reciprocidad hay sufrimiento. Cuando el “bien” querido no nos corresponde, nos sentimos frustrados y decepcionados.
Si quiero a alguien, tengo expectativas, espero algo. Si la otra persona no me da lo que espero, sufro. El problema es que hay una mayor probabilidad de que la otra persona tenga otras motivaciones, pues todos somos muy diferentes. Cada ser humano es un universo. Amar es desear lo mejor para el otro, aún cuando tenga motivaciones muy distintas. Amar es permitir que seas feliz, aún cuando tu camino sea diferente al mío. Es un sentimiento desinteresado que nace en un donarse, es darse por completo desde el corazón. Por esto, el amor nunca será causa de sufrimiento.
Cuando una persona dice que ha sufrido por amor, en realidad ha sufrido por querer, no por amar. Se sufre por apegos. Si realmente se ama, no puede sufrir, pues nada ha esperado del otro.
Cuando amamos nos entregamos sin pedir nada a cambio, por el simple y puro placer de dar. Pero es cierto también que esta entrega, este darse, desinteresado, solo se da en el conocimiento. Solo podemos amar lo que conocemos, porque amar implica tirarse al vacío, confiar la vida y el alma. Y el alma no se indemniza. Y conocerse es justamente saber de vos, de tus alegrías, de tu paz, pero también de tus enojos, de tus luchas, de tu error. Porque el amor trasciende el enojo, la lucha, el error y no es solo para momentos de alegría.
Amar es la confianza plena de que pase lo que pase vas a estar, no porque me debas nada, no con posesión egoísta, sino estar, en silenciosa compañía. Amar es saber que no te cambia el tiempo, ni las tempestades, ni mis inviernos.
Amar es darte un lugar en mi corazón para que te quedes como padre, madre, hermano, hijo, amigo y saber que en el tuyo hay un lugar para mí.
Dar amor no agota el amor, por el contrario, lo aumenta. La manera de devolver tanto amor, es abrir el corazón y dejarse amar.”
-“Ya entendí” - dijo la rosa.

El Principito. Antoine de Saint-Exupéry.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Sucede.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas, y mi pelo y mi sombra. Sucede que me canso de ser hombre (Pablo Neruda).

Sucede que me canso de los lunes y de los fines de semana, bueno y ya que estamos, de los martes, los miércoles y los jueves. Me ahoga la rutina. Me canso de trabajar y de estudiar, de la maldita FCom y sus putos cafés de catergest, de los profesores inútiles y las clases improductivas. Me canso de los insufribles Amarillos, y del C1 y del C2. Me canso de la Nacional Cuarta, del Quinto Centenario, de la avenida Américo Vespucio. Me canso de fumar, de la música, de los libros y del cine. ME CANSA EL PUEBLO. Me canso de los cafés del Muapelo y de las tardes de biblioteca. Me canso de la fotografía, de mi cámara, del vídeo. Me cansan las noches y Telecinco. Me cansa estar buscando algo que no voy a encontrar. Me cansan los ascensores y sus silencios incómodos. Me cansa el otoño, el invierno, el verano y la primavera. Ocurre que me canso de ser lo que no soy y de ser lo que soy. De seguir adelante, de no parar, de no abandonar. Pero también me canso de huir y de echar a correr cuando siento pánico.
Sucede que me canso de escribir esto. Me canso yo mismo. Me cansa la búsqueda constante de un cambio y no cambiar, quizás por estar cansado.


Me canso, en definitiva, de existir, esto es, de ir muriendo. Lentamente, todos los días, un poco.